Martina está encerrada en la habitación del sanatorio, pero en ese momento entra un enfermero y ella le pide que no le haga nada.
Pero él le entrega una carta y se marcha de la estancia. La joven abre el sobre y comienza a leer las primeras líneas: «Quererte no es para tanto ni para siempre».
Martina le confiesa al doctor del sanatorio: «Yo no debería de estar aquí, todo ha sido un error señor, en la casa en la que vivo hubo un intento de asesinato».
La joven no puede parar de llorar y continúa expresando: «Alguien intentó culparme a mí, escondiendo el frasco de veneno en mi habitación».
El médico le pregunta: «¿Y por qué ha terminado en este sanatorio?», a lo que ella le responde: «Porque es lo que mi madre pactó con el hombre al que envenenaron, porque él piensa que soy yo, pero se equivoca».
El doctor le explica que en el informe médico su familia escribió que Martina tiene cambios de humor. «Eso lo ha escrito el conde de Ayala, él que se quería deshacer de mí», afirma la sobrina del marques.
«Quizás el conde está preocupado por usted y esa es la razón por la que la ha ingresado, para que se cure de su mal», contesta el especialista. La joven se enfada y le grita: «Que yo no me tengo que curar de nada».
El doctor le explica: «Por el mome
te y dice: «Curro». Así, que ella sigue leyendo: «Creí que lo que sentí por ti no era para tanto, que tus abrazos y tus besos, tus caricias no eran para tanto. Creía que el amor no era para tanto, creía que quererte no era para tanto. Pero te aseguro que ahora soy plenamente consciente de que quererte no es para tanto, es para siempre».
Curro se despide de la joven expresándole: «Sé que no tiene que ser nada fácil tu adaptación al sanatorio, por eso quiero que sepas que haré todo lo que esta en mi mano para ayudarte».